EL SARS-CoV-2 Y LA PREVENCIÓN Y SALUD EN EL TRABAJO – CADE

El 11 de marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo categoriza como pandemia, y el 13 del mismo mes, se confirman los primeros casos en Uruguay.

La llegada del virus a nuestro país, exigió una rápida adecuación de las empresas, colaboradores y la sociedad en su conjunto, que necesitaron conocer con mayor profundidad las características particulares del mismo, para afrontarlo y combatirlo.

Al momento del brote en Wuhan, el SARS-CoV-2 era un virus desconocido, por lo que diversos científicos del planeta se encuentran en estos momentos, en una frenética carrera en el estudio del mismo, procurando entender su comportamiento, sus formas de transmisión o propagación, las maneras de combatirlo e incluso realizando grandes esfuerzos para la elaboración de una vacuna. El tema posee un nivel de dinamismo propio de la cosa desconocida, por lo que algunos de los aspectos tratados en este artículo, podrían ser corroborados, ampliados o, por el contrario, refutados total o parcialmente por nueva información vertida desde la comunidad científica.

El presente artículo, tiene como objeto introducir una visión desde la seguridad y salud en el trabajo, evitando ser reiterativos con las medidas preventivas que son de público conocimiento o las que deberían ser implementadas por las organizaciones de acuerdo a la evaluación de sus propios riesgos.

2. EL ROL DE LOS SERVICIOS DE PREVENCIÓN Y SALUD EN EL TRABAJO

Los Servicios de Prevención y Salud en el Trabajo (SPST), como ya lo hemos tratado en anteriores publicaciones, son aquellos Servicios envestidos de funciones esencialmente preventivas, responsables de asesorar a las empresas y sus colaboradores en materia de seguridad y salud en el trabajo, y se encuentran regulados esencialmente por el decreto 127/014.

Los SPST, cumplen un rol destacado en esta pandemia, en concordancia con las funciones que deben asegurar, en la colaboración de la asimilación de la vasta información que existe sobre la COVID-19, en la identificación y evaluación del riesgo biológico en los lugares de trabajo, y en la puesta en práctica y adecuación de aquellas medidas universales conocidas que pudieran tener características generales, en las particularidades de cada rama de actividad y organización.

A pesar de sus responsabilidades y la característica esencialmente preventiva de los riesgos laborales, el MTSS hizo expresa la necesidad de la participación de los mismos, a través de dos resoluciones.

El mismo día en que se conocieron los primeros casos de COVID-19 en nuestro país, el MTSS convocó a la CONASSAT, elaborando la Resolución Nº52/020, en la que se disponen disposiciones y recomendaciones.

En su artículo 2, establece: “Que corresponde al empleador, a la Comisión Bipartita de Seguridad (Decreto Nº291/007, en redacción dada por el Decreto Nº

244/016), así como los Servicios de Prevención y Salud en el Trabajo (Decreto 127/014, en redacción dada por el Decreto 126/019) coordinar los mecanismos necesarios para la confección de Protocolos de prevención, control y actuación ante el referido riesgo según la naturaleza y características propia de cada empresa o institución”.

El 19 de marzo, se publica una nueva resolución del MTSS, la Resolución Nº54/020, en donde se amplían las disposiciones realizadas en la primera.

Es importante señalar, la necesaria participación de los colaboradores en la coordinación de las medidas preventivas, a través de la instancia de cooperación bipartita, decreto 291/007[1].

[1] Decreto 291/007: Reglamentación para la prevención y protección contra los riesgos derivados o que puedan derivarse de cualquier actividad. salud y seguridad en el trabajo

3. COVID-19 COMO NUEVO RIESGO LABORAL

Hasta el momento, se sabe que la transmisión de a persona ocurre con mayor frecuencia durante la exposición cercana a una persona infectada con el virus SARS-CoV-2 que causa COVID-19, principalmente a través de gotitas respiratorias producidas cuando la persona infectada habla, tose o estornuda.

Las gotitas pueden entrar en contacto con la boca, la nariz o los ojos de las personas cercanas.

Esta transmisión, se produce a través de la inhalación de las gotitas expulsadas por un infectado cercano, o también puede ocurrir a través del contacto con superficies contaminadas, en donde se han depositado estas gotitas, seguido de un auto-envío a los ojos, nariz o boca.

La transmisión aérea de persona a persona a largas distancias es poco probable, sin embargo, es prudente una actualización constante sobre nuevos criterios que pudieran surgir.

Usualmente, algunas organizaciones se encuentran familiarizadas con el riesgo biológico, y despliegan medidas preventivas para la reducción de la incidencia del mismo.

El ejemplo más claro, quizás, sean las Instituciones de Salud. Cuentan con procedimientos de aislamiento para diversos virus o bacterias multirresistentes, que pueden trasmitirse por vía aérea o de contacto.

Además, los colaboradores de la salud, están expuestos a otros agentes biológicos, o enfermedades infecciosas, como el VIH y la Hepatitis B, que pueden ser contraídos, por ejemplo, a través de accidentes con elementos cortopunzantes contaminados.

Tal es el caso, que el decreto N°317/005, establece la vacunación obligatoria contra la Hepatitis B como condición de ingreso para los colaboradores de la salud pública y privada.

Otras industrias como la Frigorífica y la Agropecuaria, presentan riesgos inherentes al manejo de ganado y las zoonosis asociadas, como la brucelosis. En el mismo sentido, la leptospirosis y hantavirus, son necesariamente consideradas en almacenes, galpones, o casas destinadas al alojamiento de colaboradores donde pueda existir la presencia de roedores, lo que involucra a diversas ramas de actividad, como incluso la Construcción.

Para la mayoría de estos casos, la fuente del agente biológico se encuentra dentro del proceso productivo o relacionado directamente a él. Ya sea en la manipulación de la materia prima, en la atención de pacientes, o en los lugares de almacenamiento o vivienda relacionados a la actividad de la que se trate.

En el caso de la COVID-19, para las Instituciones de Salud, el virus sigue teniendo como foco principal del riesgo al paciente infectado, formando parte de su proceso habitual. Sin embargo, para muchas organizaciones el problema no radica en las características intrínsecas de los procesos que se realizan ni de los insumos necesarios para llevar adelante el negocio, al menos como se analizaba hasta el momento. Por el contrario, cada colaborador podría ser la fuente de contagio dentro de las organizaciones, lo que no es propio de las características particulares de cada rubro de actividad, sino que se extiende y se hace un riesgo transversal a todas las ramas de actividad, con claros componentes exógenos a las organizaciones.

Esto incluye a aquellas actividades que requieran la atención al público o clientes de forma presencial, las cuales, en su mayoría, no eran consideradas actividades con un riesgo biológico comparable a las circunstancias actuales.

Esta transmisión comunitaria, es de difícil contención y visualización, ya que incluye, además, la existencia de personas asintomáticas (25%), lo que lleva a las organizaciones a luchar contra un enemigo en ocasiones invisible.

…………………………..

4. MEDIDAS PREVENTIVAS

5. TIPOS DE MASCARILLAS

6. LA COVID-19 COMO ENFERMEDAD PROFESIONAL

7. RIESGOS PSICOSOCIALES Y ERGONÓMICOS

8. CONCLUSIONES

Ver artículo completo en pdf aquí: Revista CADE PROFESIONALES y EMPRESAS Mayo 2020 Edicion Especial COVID19